Hora local en Argentina:

Tiempos de Libertad. Lo que dejó la ola violeta

Ganó Milei en casi todo el país y por una diferencia mayor a la esperada. Tendrá más presencia en el Congreso, pero no alcanzará mayoría propia en ninguna cámara. Los mercados reaccionaron con euforia, aunque el dólar casi no se movió. El resultado detonó la interna peronista y la aceleró dentro del Gobierno

Actualidad02/11/2025Jorge VillalbaJorge Villalba
milei-motosierra

La elección se nacionalizó y los provincialismos lo sufrieron, también la renovación en Misiones. Ganó Diego Hartfield, que ahora es el interlocutor de Nación y principal depositario de las demandas de cambio. El resultado del domingo resignifica el triunfo en las provinciales de junio de la lista encabezada por Sebastián Macías.

El pueblo argentino le dio a Javier Milei el voto de confianza que necesitaba para evitar una crisis de medio término que hubiera resultado fatal para su presidencia. Como Alfonsín en el ‘85, Menem en el ‘91, Néstor en el ’05 y Macri en el ’17, el presidente libertario sorteó su primera prueba electoral con un respaldo del orden del 40% que se extendió a prácticamente todas las provincias, salvo contados bastiones.

 
Desde las dos principales fuerzas con extensión territorial nacional se interpretó la elección como un plebiscito en clave negativa. No se pidió el voto para respaldar a tal o cual proyecto, sino para rechazar al rival. Mientras unos convocaban a “ponerle freno a Milei” otros levantaban las banderas de “kichnerismo nunca más”.

 
El período de incertidumbre económica que siguió a la victoria peronista en las provinciales de Buenos Aires y las advertencias de Donald Trump respecto al fin del auxilio económico estadounidense si LLA no ganaba las nacionales, terminaron ayudando al oficialismo.

Milei y Caputo tocaron la misma fibra que Menem en los ’90, cuando el riojano se presentaba como único garante de la convertibilidad frente a un electorado endeudado en dólares. Los libertarios repitieron aquello de “nosotros o el caos” y mucha gente prefirió evitar el caos, que suele resultar una opción poco atractiva.

Buena parte de la oposición fue funcional a esta estrategia. En vez de intentar convencer a la gente de que un traspié del Gobierno no necesariamente se traduciría en un estallido, dieron rienda suelta a sus fantasías apocalípticas.

Redes sociales, canales de streaming y de televisión críticos del Gobierno reprodujeron hasta el hartazgo las advertencias de Trump, entusiasmados con la idea de que la debacle irremediable del gobierno libertario estaba apenas a un voto de distancia.

No contemplaron la posibilidad de que mucha gente no estuviera con ganas de atravesar un nuevo estallido económico con severas consecuencias sociales y que, frente a esa sombría posibilidad, incluso prefiriera continuar en estable carestía.

La victoria libertaria es también el triunfo de lo nuevo contra lo viejo. La gente no quiere volver a probar lo que ya fracasó más de una vez, valora la novedad y la disrupción. Si el peronismo, el radicalismo y la izquierda quieren sobrevivir en este contexto, están obligados a encontrar nuevas figuras, nuevas palabras y nuevos modos.

Para el Gobierno, el desafío de cara al futuro próximo pasa por demostrar que además de novedosos y distintos, son mejores que sus antecesores. Lo lograrán en la medida en que consigan resultados que impacten en la realidad de la población, o al menos de buena parte de ella.

Controlar la inflación fue un primer paso necesario y valorado por la gente. Pero si a la estabilidad no se acompaña con más empleo, con más oportunidades para las pymes y para la producción, la paz de la economía se parecerá cada vez más a la paz de los cementerios.

 

Alivio financiero
Los mercados recibieron el triunfo libertario, inesperado por su amplia diferencia, con euforia. La Bolsa tuvo su mayor ascenso en 30 años, los ADRs volaron hasta 150%, mientras que los bonos soberanos escalaron hasta 35% en octubre, lo que llevó al riesgo país a perforar los 700 puntos.  

El abrupto cambio de expectativas de los mercados abre una posibilidad que parecía muy lejana hace apenas una semana: que el país pueda volver a financiarse en los mercados internacionales de deuda para enfrentar el exigente calendario de vencimientos que tiene por delante.

Para que ello ocurriera, el riesgo país debería ubicarse por debajo de los 500 puntos básicos, de lo contrario el nuevo financiamiento resultaría demasiado caro.

Tener la chance de “rollear” deuda implicaría un cambio significativo en el horizonte financiero del país. Porque no sería tan urgente sumar reservas (no habría que pagar cash los vencimientos) eso relajaría la presión cambiaria y tendría efecto positivo en la demanda de pesos, lo que a su vez permitiría flexibilizar el apretón monetario y eso debería tener impacto positivo en la actividad.

Para que todo ese juego de causas y consecuencias se convierta en una realidad virtuosa, el rally alcista se debería sostener en el tiempo, sin altibajos.

El dólar, sin embargo, no parece haber acusado recibo del cambio en las expectativas. El lunes postelectoral bajó 100 pesos, pero en el transcurso de la semana volvió a subir hasta los 1.475 pesos (dólar Banco Nación) apenas 40 pesos por debajo del cierre del viernes anterior.

Si bien es cierto que no hicieron falta intervenciones vendedoras ni del Central ni de EEUU para mantener al dólar por debajo del límite de la banda, el hecho de que el dólar no haya bajado mucho después de las elecciones demuestra que la tensión cambiaria no respondía solamente a “riesgo kuka”.

 

Nueva escena
Las elecciones del domingo dejaron sentadas las bases de la escena política para los próximos dos años. La primera y más obvia conclusión es que la figura de Milei salió fortalecida, no solo porque confirmó que a pesar del ajuste conserva un alto nivel de apoyo popular sino también porque en la nueva conformación del Congreso tendrá mucha más presencia libertaria.

Como partía de una base muy precaria, no le alcanzó el triunfo del domingo para asegurarse mayoría propia en ninguna de las dos cámaras, pero sí se garantizó un tercio de ambas, lo que le permitirá sostener vetos y bloquear iniciativas de juicio político.

Al haber sumado más legisladores que los que se preveía, quedó relativamente cerca de alcanzar mayoría simple en las dos cámaras, lo que fortalece su posición negociadora a la hora de buscar acuerdos con las fuerzas dialoguistas.

Para el peronismo la derrota resultó costosa en muchos sentidos. Porque perderá representación legislativa, especialmente en el Senado, pero además porque el resultado hizo estallar una interna que parecía en camino de resolverse.

El gran perdedor fue Axel Kicillof, que de la noche a la mañana pasó de ser candidato puesto a competir por la presidencia en 2027 a calzarse el uniforme de mariscal de la derrota. Contra la opinión de Cristina, el bonaerense optó por desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales y con eso le allanó el camino a LLA para una remontada histórica.

Sin el más mínimo atisbo de autocrítica, la exmandataria en cumplimiento de prisión domiciliaria publicó una carta en la que analiza la situación del peronismo, como si ella fuera absolutamente ajena al fracaso.

El análisis de Cristina es el mismo de siempre: todos los problemas radican en que no se hicieron las cosas como ella entendía que debían hacerse.

Como nota al pie del resultado electoral consta el rotundo fracaso del armado denominado Provincias Unidas. Otro experimento que naufraga buscando convocar desde la amplia avenida del medio. En tiempos de polarización extrema, el medio es el lugar menos concurrido.

 

¿Milei moderado?
Mucho menos previsible que la interna peronista fue la de los libertarios. El triunfo no calmó los ánimos ni aquietó las aguas y lo que se anticipaba como un recambio ordenado en el gabinete nacional, terminó en un revoleo de renuncias y sonoros portazos.

El primero en irse fue el Canciller, Gerardo Werthein, cuya salida había sido anticipada de manera poco prolija por el periodista Luis Majul y confirmada por el propio funcionario cuatro días antes de las elecciones. Se sumó luego la salida de Mariano Cúneo Libarona, en Justicia.

Pero los que esperaban que en esta nueva etapa del gobierno nacional tuviera más protagonismo el ala dialoguista encarnada en el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, se llevaron una sorpresa el viernes con la renuncia del veterano funcionario. Al unísono sonó el portazo del ministro del Interior, Lisandro Catalán.

Las salidas de Francos, Werthein y Catalán tienen un denominador común: Santiago Caputo.

Los renunciantes se hartaron de la constante acción erosiva del superministro sin cartera (que todo indicaría pasaría finalmente a tener una en breve) cuyos tentáculos se extienden en todas las direcciones de la administración nacional.

En lugar de Francos ya asumió Manuel Adorni, soldado de las fuerzas terrenales que comanda Karina Milei.

Mientras estos sacudones internos se sucedían, el Presidente convocaba a los gobernadores (a todos menos cuatro) a una reunión con el objetivo de retomar el diálogo que alguna vez posibilitó acuerdos como el de la Ley de Bases y que luego se fue perdiendo por desinterés del Gobierno nacional.

Pero si Milei se mostraba inflexible cuando su fuerza legislativa era insignificante, después de las elecciones del domingo tiene menos motivos para abrir las manos frente a los gobernadores.

Durante la reunión el Presidente repitió de manera insistente el mantra del superávit fiscal innegociable, con el que suele responder de manera negativa a cualquier pedido de fondos. Además fue muy enfático al afirmar que no reglamentará ninguna de las leyes que vetó y que el Congreso volvió a sancionar, como la emergencia pediátrica, la ley de financiamiento universitario o la emergencia en discapacidad.

Planteó ante los mandatarios provinciales una agenda de reformas en la que sobresale la reforma laboral que será prioridad junto con el Presupuesto.

El gobernador Hugo Passalacqua fue uno de los participantes de la reunión. Fiel a la tradición del misionerismo, volvió a tender puentes institucionales. En esa línea ratificó su disposición al diálogo “las veces que sean necesarias para consensuar temas, más allá de las lógicas diferencias, con el objetivo de hacer crecer al país y a Misiones”.

 

Las urnas en Misiones
El misionero volvió a bancar a Javier Milei. Algunos lo hicieron convencidos del proyecto libertario, otros como expresión de rechazo a un peronismo en clave nostálgica que no consigue articular una propuesta que se diferencie de lo que ya fracasó en el pasado reciente.

Esta vez el respaldo al presidente tiene un valor superior al que tuvo en las presidenciales de 2023, porque ahora nadie puede argumentar que la gente votó sin saber exactamente qué era lo que estaba eligiendo.

Tal es la aversión a que vuelva el kirchnerismo, que muchos misioneros optaron con plena conciencia por respaldar un programa económico que hasta ahora solo les trajo sufrimiento. Se impuso la lógica del mal menor. Votó a Milei el productor yerbatero afectado por la caída en el precio de la hoja verde que el Gobierno nacional celebra como un logro, también el comerciante que vende cada vez menos, el constructor que se quedó sin obra pública, el maderero que no para de quejarse de su suerte, el docente que perdió el Fonid y el empleado público nacional que experimentó una pronunciada caída en su poder adquisitivo.

Pero a no confundirse, el respaldo a Milei estuvo lejos de ser unánime. Se quedó con el 37% de los votos en Misiones, tres puntos menos de los que había obtenido Juntos por el Cambio en las legislativas nacionales de 2021, las anteriores de medio término.

Al peronismo, que en estas elecciones compitió bajo la denominación Fuerza Patria, no le alcanzó con el rechazo a Milei como único argumento y apenas cosechó poco más del 10% de los votos, mientras que el improvisado armado de Provincias Unidas ni siquiera tuvo una lista en la Tierra Colorada.

El Frente Renovador, como los demás partidos provinciales del país, quedó en medio de la polarización y terminó sufriendo los efectos de la ola violeta. La gran mayoría de la gente que fue a votar no lo hizo pensando en elegir legisladores, entendió que lo que estaba en juego era la continuidad del gobierno libertario o la consolidación de Fuerza Patria como alternativa en un futuro próximo.

En Misiones también pesó el temor a que un traspié del libertario terminara de poner a la economía patas para arriba y que el camino a 2027 fuera todavía más tortuoso.

El ganador de la jornada fue Diego Hartfield, quien además de una banca en la Cámara baja se adjudicó una responsabilidad grande: la de convertirse en el representante más directo del Gobierno nacional en Misiones y nexo de los misioneros con Milei.

El extenista tendrá ahora la oportunidad de taparle la boca a los que dudaron de su estatura dirigencial. Para ello no bastará con levantar la mano cada vez que se lo pida su jefe de bloque, también deberá recibir los planteos de todos los sectores de la sociedad misionera, llevarlos a Buenos Aires y convertirlos en soluciones.

Así lo decidieron los votantes de la provincia, que en vez de reforzar la representación legislativa del Gobierno provincial para buscar las soluciones a través de esa vía, prefirieron empoderar al más relevante de los representantes locales de LLA.

Desde el Frente Renovador acusaron recibo del mensaje de las urnas, pero se mostraron alejados de lecturas tremendistas. Valoraron que el espacio logró mantener su representación legislativa ya que conservó la única banca que ponía en juego.

Recordaron que les tocó perder otras elecciones nacionales, como las de 2019 y 2021 y eso no les impidió ganar por amplio margen cada vez que se convocó a los misioneros a elegir cargos provinciales.

Los resultados marcan una tendencia que se viene repitiendo: cuando se trata de comicios nacionales la gente es menos receptiva a la agenda provincialista que propone la renovación, pero esa misma agenda siempre se impone cuando las elecciones son provinciales.

Este año no fue diferente, en las legislativas provinciales de junio se impuso cómodamente la lista renovadora que encabezó Sebastián Macías sobre la nómina de La Libertad Avanza, que también había reservado el primer lugar para Diego Hartfield y en las nacionales del domingo último, esos resultados se invirtieron.

Tal vez lo que cambió luego del aplastante triunfo de Milei en todo el país el 26 de octubre fue justamente la lectura de los resultados del triunfo renovador en las provinciales de junio que ahora cobran un mayor valor.

MOL

Te puede interesar
Lo más visto