
El economista y extitular del Banco Nación advirtió que el programa económico "venció en abril" y que carece de "sostén político". Además, dio detalles sobre la causa Vicentin
La economía cerró la semana de mayor tensión desde los comienzos del experimento libertario. El Banco Central vendió 1.110 millones de dólares en solo tres jornadas, pese a ello la cotización oficial de la divisa escaló por encima de los 1.500 pesos y el riesgo país superó los 1.440 puntos. En el plano de la política, la estrategia de confrontación constante y de ahogo financiero a las provincias terminó dejando en soledad al Gobierno nacional que en el Congreso ya ni siquiera consigue el tercio necesario para blindar los vetos del presidente
Actualidad21/09/2025El Gobierno de Javier Milei sumó otra semana negra. El programa económico diseñado a cuatro manos entre el Presidente y su ministro de economía, el trader Luis Caputo, con el objetivo de aguantar hasta las elecciones nacionales se está derrumbando y el Gobierno es el único que parece ignorarlo.
Los mercados (en su concepción más abarcativa que incluye desde los grandes inversores hasta los pequeños ahorristas) ya le picaron el boleto a la política cambiaria. No importa lo que vocifere Caputo en algún canal de streaming amigo o lo que grite Milei desde el atril de alguna convención de la ultra derecha. Nadie cree que el dólar aguante y cuando eso pasa, por lo general el dólar no aguanta.
Es que este gobierno, al igual que sus antecesores, también quería su «plan platita» para ganar elecciones, con la diferencia de que en vez de repartir pesos se propuso repartir dólares y para eso abrió el cepo a las personas físicas. Pasado el primer trimestre estaba claro que el crawling peg al 1% no funcionaba y fue reemplazado por el actual esquema de bandas.
En plena temporada alta de liquidaciones del campo y mientras ingresaban los dólares prestados del FMI, el sistema funcionó sin sobresaltos, la clase media tuvo su primavera de dólar barato y la patria financiera floreció con el carry trade.
Pero incluso en ese momento de frágil prosperidad, eran muchos los economistas que advertían que el Central se estaba perdiendo la oportunidad de comprar dólares en el momento más propicio para hacerlo y después lo lamentaría.
Bastó un inexplicable error no forzado del Gobierno, el caótico desarme de las LEFIs, para que se terminara la primavera. Entonces el dólar comenzó a subir, incluso contra todas las maniobras intervencionistas del Gobierno en el mercado de futuros, en la tasa de interés, en los encajes bancarios y más recientemente, con ventas directas de dólares del Tesoro.
Nada de eso pudo impedir que el dólar alcanzara la frontera superior de la banda y obligara al Central a salir a vender los verdes que pidió prestados al FMI.
Esta semana, la inestabilidad tocó su punto más alto: el Banco Central vendió 1.110 millones de dólares en solo tres jornadas, el dólar oficial alcanzó los 1.515 pesos y el riesgo país superó los 1.440 puntos. Los ADR y bonos soberanos en dólares cayeron hasta 15%.
Desde el Gobierno culpan a la oposición por haber cometido la imprudencia de ganarles una elección, bajo esa lógica atribuyen la volatilidad financiera al “riesgo kuka”. Pero los analistas, o al menos la mayoría de ellos, encuentran las razones para la debacle de la economía en las propias inconsistencias del modelo.
Incluso exfuncionarios del actual gobierno como Joaquín Cottani, quien fuera viceministro de Economía hasta el año pasado, salieron a cuestionar de frente al Gobierno nacional. Cottani dijo que el programa actual responde a “delirios teóricos” de Milei influidos por lecturas de economistas como Hayek y Mises y consideró que el fracaso del sistema cambiario resulta de un enfoque que prioriza lo ideológico por sobre las razones empíricas.
Para el ex número dos de Caputo, el sistema de bandas tal como lo instrumentó este gobierno es un “invento” que se vuelve insostenible sin intervenciones activas. Advirtió que el plan actual es viable solo hasta las elecciones de 2025, ya que estabiliza la inflación en el corto plazo pero requiere repensarse post-electoralmente ante el déficit externo agravado por la sequía y la caída de exportaciones.
Otro de los que salió a pegarle al programa de Caputo fue el economista Carlos Rodríguez, histórico rector de la Ucema y ex jefe de asesores de Milei.
Rodríguez sentenció que el equipo económico “manejó el país como si fuera una mesa de dinero”, que el ajuste fiscal “no fue justo, ni eficiente, ni sostenible”, que la reducción de la inflación se consiguió a fuerza de atraso cambiario, esterilización de la emisión con más deuda líquida y pérdida de reservas.
“Van a perder la plata del FMI, estamos en recesión y está volviendo la inflación. Se nota el miedo y están jugando con plata ajena”
“Van a perder la plata del FMI, estamos en recesión y está volviendo la inflación. Se nota el miedo y están jugando con plata ajena”, sentenció.
Cambio inminente
Lejos de tensiones políticas y discusiones teóricas, los mercados hacen un análisis bastante sencillo y lineal: ven que las reservas del Central se desangran en un esfuerzo vano por contener al tipo de cambio y calculan que si esto sigue así, el Gobierno no tendrá dólares para pagar los vencimientos de deuda que debe enfrentar en el corto plazo.
Como no hay seguridad de que Argentina pueda pagar sus deudas, el riesgo país aumenta y eso dificulta todavía más el acceso al crédito, lo que a su vez aleja al país de la posibilidad de pagar sus deudas y el círculo vuelve a empezar.
Poco ayudó esta semana el ministro Caputo con sus declaraciones en un canal oficialista de streaming. Aseguró que van a cumplir con todos los vencimientos de deuda, pero renglón seguido prometió que al Central no le temblará el pulso y que venderá “hasta el último dólar en el techo de la banda”. Al ministro se le olvidó explicar cómo haría para pagar los vencimientos si el Central efectivamente vendiera hasta el último dólar, contradicción que no pasó desapercibida para los mercados.
En este punto vale aclarar que a diferencia de otros modelos de flotación más flexibles, el que instrumentó este Gobierno define al techo de la banda como un precio fijo que el BCRA debe defender: si el dólar cruza el límite del día, el Central está obligado a vender divisas a ese precio exacto hasta que el mercado retroceda.
Otro aspecto que conspira contra la posibilidad de acumular reservas es que el Central no compra mientras el dólar esté por encima del piso de la banda, y como el piso está muy bajo, no compra nunca.
El propio Caputo se ocupó de explicar que en las condiciones actuales ni el Tesoro ni el Central comprarán dólares. Lo hizo en un posteo de su cuenta de X al responder a una consulta de un periodista: “Hola. El Banco Central solo compra dólares en el piso de la banda. El Tesoro puede comprar en cualquier momento, como de hecho lo hizo. Compramos 3 mil millones algo por debajo de 1200. Al precio actual, el Tesoro ya no compra más y en el techo de la banda, el Banco Central compra pesos para absorberlos y reducir la volatilidad cambiaria. Abrazo”.
El problema es que la compra de pesos por parte del Central (que no es otra cosa que la venta de dólares) no está resultando para nada efectiva a los efectos de reducir la volatilidad cambiaria.
El exigente horizonte de vencimientos viene a complicar todavía más la ecuación. En los próximos cuatro meses, el Tesoro enfrenta vencimientos de deuda por 8.000 millones de dólares, pero dispone de solo 1.000 millones en caja y el Central cuenta con reservas líquidas que se estiman en 5.500 millones de dólares.
Si frente a este panorama el Gobierno sigue vendiendo más de 1.000 millones de dólares por semana para sostener el tipo de cambio, el sistema va derecho al colapso en muy poco tiempo.
En el mundillo de las consultoras ya nadie se pregunta si el esquema actual es sostenible, lo que se preguntan es cuándo va a explotar y qué lo reemplazará.
La consultora 1816 distribuyó esta semana un informe en el que evaluó tres posibles escenarios de salida del esquema actual: una flotación libre sin bandas, una devaluación para pasar luego a un tipo de cambio fijo o la vuelta del cepo cambiario.
Otros analistas agregan opciones como una “flotación sucia” en la que el Central tenga un margen mayor de discrecionalidad para comprar, vender o incluso para no intervenir otra opción es el sostenimiento del esquema actual pero con un límite superior de la banda bastante más alto, lo que sería algo así como una devaluación controlada.
Todas las opciones tienen un punto en común: un dólar más alto.
Frente a este panorama, la única salida que está buscando el Gobierno para sostener el status quo cambiario es ir a estirarle las mangas al presidente Donald Trump. El rescate financiero del FMI ya está agotado y la esperanza ahora pasa por un nuevo préstamo, esta vez directamente del Tesoro de Estados Unidos.
Desde el Gobierno libertario apuestan a que la cercanía ideológica de Trump con Milei ayude. Después de todo a Estados Unidos le viene bien tener un aliado en Latinoamérica dispuesto a alinearse sin cuestionamientos, más aún en tiempos en los que China también se muestra interesada en ganar influencia en la región.
Hay que ver si efectivamente el gobierno de Estados Unidos está dispuesto a dejar varios miles de millones de dólares detrás de ese objetivo en momentos en los que la administración Trump enfrenta sus propios problemas económicos internos.
El drama de la soledad
El fracaso de la economía repercutió en la política. Con una nueva devaluación asomando en el horizonte, el experimento libertario huele a calas y los mismos que antes anhelaban algo de proximidad con Milei, hoy le escapan como a la peste. Incluso los gobernadores que cerraron alianza electoral con los libertarios en sus distritos, ahora mandan a sus senadores y diputados a votar en contra del oficialismo en el Congreso.
La estrategia de Karina y los Menem de exigir sometimiento político a cambio de nada a sus potenciales aliados está demostrando ineficacia. Los libertarios están aprendiendo por las malas que pelear contra todos al mismo tiempo no es una buena manera de hacer amigos.
A los que encuentran motivos ideológicos para oponerse al gobierno de Milei, se sumaron los que tienen razones prácticas para ponerle límites al Presidente y los que acumularon un talonario completo de facturas y ahora se las están pasando todas juntas.
El presidente y su cohorte de seguidores se dedicaron con tanto ahínco a meter dentro de la misma bolsa a todos los que plantearan alguna discrepancia con el Gobierno que terminaron juntando a todo el espectro político no libertario en un heterogéneo grupo que tiene la fuerza suficiente para imponer agenda.
El destrato constante a los dialoguistas que hicieron aportes significativos a la gobernabilidad de Milei, incluso asumiendo costo político por las decisiones del Presidente, dejó un tendal de heridos al costado de la banquina.
Espacios políticos que tienen responsabilidad de gestión en algún territorio aplican la oposición a la motosierra con la lógica de un legítimo acto de defensa propia. Porque el ajuste más grande de la historia se hizo principalmente a costilla de las provincias y de los municipios, no solo porque sus ingresos reales disminuyeron sino porque con los escasos recursos que les quedaban debieron salir a cubrir la ausencia del Estado nacional en áreas como la obra pública, la salud, la educación y la contención social.
La fantasía libertaria de una rápida acumulación de poder alimentada por un masivo respaldo popular se fue diluyendo a lo largo del año con las sucesivas elecciones provinciales y hace dos semanas chocó de frente contra el peronismo bonaerense, en una elección que el propio Milei eligió nacionalizar.
La estrategia política de LLA, diseñada por los Menem y la hermana Karina, aspiraba a un respaldo electoral que a la hora de las urnas no aparece. No se preocuparon por tejer alianzas porque creían que podían solos. Finalmente se quedaron solos y no les está resultando tan fácil como creían.
El síntoma más claro de la soledad libertaria puede medirse en el Congreso.
Esta semana continuó la seguidilla de fracasos para el Gobierno nacional: Diputados rechazó los vetos al financiamiento universitario y a la emergencia en pediatría, con eje en el Garrahan y en el Senado ocurrió lo mismo con la ley de distribución automática de los ATN.
En todos los casos el rechazo a los vetos superó ampliamente los dos tercios necesarios.
Lo llamativo del caso fue que incluso votaron en contra del Gobierno nacional varios legisladores que responden a gobiernos provinciales que mantienen una alianza electoral con LLA de cara a las legislativas de octubre.
Ante la debacle libertaria no solo se entusiasma el peronismo, siempre dispuesto a ofrecerse como alternativa de poder, también crecen las terceras vías como el incipiente armado de Provincias Unidas que busca reflotar el camino de la ancha avenida del medio.
Misiones con voz propia
El Frente Renovador misionero fue uno de los espacios que asumió la responsabilidad de aportar gobernabilidad a un presidente que llegó con masivo respaldo popular y acompañó las medidas nacionales que iban a tono con la plataforma de campaña que votó la gente. Pero con el mismo sentido de responsabilidad, también hace su parte para ponerle límites al Gobierno nacional cuando falta a sus promesas.
Oscar Herrera Ahuad, actual presidente de la Legislatura y candidato a diputado nacional, volvió a levantar la voz en defensa la salud y la educación públicas, dos pilares que Milei había prometido exceptuar del rigor de la motosierra para luego desfinanciarlos.
El exgobernador pidió a los legisladores nacionales misioneros votar contra el veto presidencial que pretendía desfinanciar a las universidades y al Hospital Garrahan. “No me imagino una Misiones sin la UNaM, ni una zona centro sin su hospital”, dijo en una frase que buscó reivindicar un entramado de derechos básicos que hoy se encuentra amenazado por la política nacional. La apelación fue más allá de la coyuntura, planteando una línea de acción política que conecta la trayectoria de Misiones con un futuro que exige sostener conquistas.
La respuesta no se hizo esperar, los diputados nacionales de la Renovación —Arrúa, Ruiz, Fernández y Vancsik— acompañaron la decisión de rechazar los vetos del Gobierno nacional. El gesto fue celebrado por el propio gobernador Hugo Passalacqua, quien reivindicó la votación como un acto de dignidad política en favor de la gente. Como docente de la UNaM, lo expresó con un plus de emoción: se trataba de defender la universidad pública, la formación de miles de jóvenes y la continuidad de un modelo de país con inclusión. “La salud y el futuro se honran votando a favor de Misiones y de la Argentina”, escribió en sus redes, sintetizando el sentido de la jornada.
La convergencia entre Herrera y Passalacqua mostró una vez más la coherencia interna del espacio. Uno, reclamando firmeza y compromiso desde su rol de candidato; el otro, marcando la línea de gestión con un tono de cercanía.
Frente a un contexto que exige políticos capaces de defender a instituciones como la salud y la educación, Herrera Ahuad se perfila como el misionero mejor preparado para representar a la Provincia en el Congreso. Su perfil de médico, exministro de Salud y exgobernador lo legitima en la defensa de las dos áreas más sensibles: salud y educación. Y su discurso de esta semana lo reafirmó: “Yo quiero ser un diputado que defienda a un millón y medio de misioneros”.
La Renovación no se limitó al debate nacional. Mientras tanto, la gestión provincial desplegó una serie de acciones concretas que dan cuenta de un gobierno decidido a actuar frente a la crisis nacional. Passalacqua presentó el “Ahora Inter PyMEs”, un programa innovador que fomenta el comercio entre empresas locales y que ya había mostrado resultados exitosos en su primera edición. También lanzó el “Ahora Remedios”, un beneficio directo para jubilados y pensionados que recibirán un 15% de reintegro en la compra de medicamentos. Dos medidas distintas, con un mismo hilo conductor: atender la coyuntura económica con creatividad y sensibilidad social.
El Mercado Central de Misiones fue otro escenario donde se vio la presencia activa del Estado provincial. Allí se inauguraron 28 cámaras de frío para productores, una dependencia policial con centro de monitoreo y se dio inicio a la obra de una estación de servicio dentro del predio. “Esto es trabajo de y para los misioneros”, dijo Passalacqua, subrayando que cada acción tiene como meta sostener a quienes producen, generan empleo y necesitan seguridad y logística para crecer. El Mercado, que ya era un símbolo de la economía regional, sumó así infraestructura clave para proyectar mayor competitividad y servicios
La semana política cerró con un gesto legislativo que se alinea con la impronta de innovación y sostenibilidad que distingue al Frente Renovador. La Cámara de Representantes sancionó la ley de chacras multiproductivas, impulsada por Carlos Rovira. La norma reconoce y promueve un modelo de producción rural integrada, combinando cultivos tradicionales con sistemas hidropónicos, alentando la diversificación, reduciendo la dependencia de agroquímicos y fortaleciendo la resiliencia frente a variaciones climáticas. La ley contempla asistencia técnica, incentivos económicos, créditos blandos, provisión de bioinsumos y conectividad satelital, consolidando a Misiones como líder en producción sustentable y de identidad local. No es una ley aislada: encaja en un ecosistema de políticas que articula educación, innovación tecnológica, Biofábrica y Escuelas de la Familia Agrícola.
MOL
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